El regreso de Mary Poppins



La niñera favorita de medio mundo ha vuelto por Navidad. Es una película que te hace recordar esos momentos de infancia inolvidables, además de no perder nunca esa parte de niño que todos llevamos dentro. En momentos de oscuridad todos necesitamos un soplo de aire fresco, por eso Emily Blunt se calza las botas de Mary Poppins para traerla a nuestro presente de nuevo, aunque sigue en la misma época de la película original de 1964 y del libro en el cual se basa (de Pamela Lyndon Travers, 1933). A cargo de la selección de esas botas está la diseñadora de vestuario británica Sindy Powel

Foto: Laughing Place

Todo empezó con una pareja de hermanos más que traviesos ambientada en la década de 1910. Ahora ha llegado el turno de ver en acción a la siguiente generación que, aunque no tienen nada que ver con su progenitor Michael Banks (Ben Whishaw), son necesarios para volver a recordarnos que 25 años después debemos mantener ese espíritu infantil. Parece que más bien Mary Poppins nos ha venido a cuidar a todos, una vez más. 

Si el vestuario de Julie Andrews ya nos fascinó por su ambientación y la manera de adaptar ese estilo eduardiano tan londinense, sus blancos impolutos en contraste con la ciudad gris, el colorido para ayudarnos a ver la alegría en sus vestidos y esos tocados clásicos, Emily Blunt es creíble como Mary Poppins gracias a la adaptación del original. Aunque con unas pequeñas modificaciones que se aprecian en combinaciones menos recargadas en ella, dado que han pasado 25 años y ella siempre debe ir perfecta

En cuanto a los niños Banks (Jonh, Annabel y Georgie; Nathanael Saleh, Pixie Davis y Joel Dawson), todavía no son un foco de atención dentro del diseño y la moda (todo lo contrario a nuestra contemporaneidad). Para ellos se reservan piezas coloridas y siempre utilizando pantalones cortos o faldas por debajo de la rodilla. Su estética era un poco extraña a nuestros ojos, ya que se pretendía copiar el estilismo adulto, pero acortando algunas prendas. 

Por lo que respecta a tocados, los sombreros o las boinas siguen los mismos patrones que los mayores, pero adaptados a las medidas de sus cabezas más pequeñas. El jugo de estampados es más rico en los niños, ya que se mezclan rayas cuadros y rombos, aunque la tonalidad marca la estética del día, combinando pocos colores en un mismo estilo. 


Foto: Monsters and Critics

El personaje principal es Mary Poppins. Hasta ahí todo claro. Ella se caracteriza por un vestuario muy limpio y pulcro, donde las mezclas de colores y estampados están siempre muy calculados. Los sombreros tan típicamente masculinos para la época también son cosa suya, aunque ella el modelo que utiliza es el canotier de lana y con unas líneas de la sastrería italiana, al igual que las pajaritas de colores. Estos detalles hacen que su estética tenga una idea más abierta y se escapa de lo exclusivamente femenino y tradicional. 

Por otro lado, Jane Banks (Emily Mortimeres la representación por excelencia del estilo de los años 30. A ella se le encasilla muy fácilmente en el grupo de mujeres protestantes y con un estilo muy masculinizado. Esa androgínia de piezas provienen de pantalones de traje anchos y la combinación de camisas con jerséis de punto sin mangas, antes muy característicos de los hombres. Los colores que más se le ven son los tierra y algunas dosis de verdes oscuros. 

Los sombreros también son una cosa muy suya, como las boinas. Incluso podemos poner a los dos hermanos juntos, Jane y Michael, para observar que el estilismo de los dos es muy similar, salvando algunas diferencias. Porque las gabardinas largas y de lana son otra de las cosas que comparten. Aunque Michael ha adaptado el sombrero borsalino y la corbata usados a diario. 


Foto: Play Party Plan

El estilo cotidiano se relaja, sobre todo por la época que trata: ha pasado el crack del 29 (de ahí la situación de Michael) y se avecina la Segunda Guerra Mundial. Este último dato es el que contextualiza esa militarización progresiva del vestuario de los personajes (a excepción de Mary Poppins, que es demasiado lady). Lo notamos en el uso de hombreras marcadas, los cuellos anchos y planchados al puro estilo uniforme, los tejidos más gruesos y resistentes y, por último, los colores más oscuros (aunque el hecho de vivir en ciudad también propicia esto, ya que la contaminación es mayor y mancha el tejido). 

Los personajes secundarios dan buena cuenta de estos datos, ya que los faroleros (como Jack, interpretado por Lin-Manuel Miranda) se podrían encasillar perfectamente en esa clase trabajadora poco pudiente y que hace uso de tejidos más fuertes y oscuros, ya que no pueden permitirse un colorido muy claro o llamativo al tener que lavar ellos mismos sus prendas, cosa que desgasta la tela si se hace a menudo. Aunque los cuellos y las hombreras son más típicas de clases pudientes, como William Weatherall Wilkins (Colin Firth) con sus sastrería londinense tan perfeccionista

Aunque el estilo más vanguardista para la época lo marca Topsy Poppins (Maryl Streep), la prima de Mary Poppins un tanto peculiar. En ella vemos una superposición de tejidos y una mezcla un tanto caótica, aunque con mucho sentido para su personaje. Las cuentas de plástico de colores y los brillos, así como el negro como base principal de su vestuario al cual rodea de flecos y accesorios de distintas tonalidades, es el que nos ayuda a entender cómo eran las innovaciones y las nuevas ideas que surgían dentro de las tendencias femeninas en la ciudad. Y no olvidemos ese peinado bob hiper corto, con rizos anchos y de color, lo que permitía un cuidado más sencillo. 



Todo es posible... 
hasta lo imposible. 




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